Patologías Hepáticas y pancreáticas
Las enfermedades hepáticas y pancreáticas son afecciones que pueden afectar el funcionamiento de estos órganos. Los síntomas comunes incluyen dolor abdominal, ictericia y pérdida de peso. Para su diagnóstico se utilizan pruebas analíticas y radiológicas. Las patologías como la litiasis biliar, la pancreatitis y la cirrosis hepática requieren un tratamiento especializado.
Principales síntomas de patologías hepáticas y pancreáticas
- Dolor abdominal
- Ictericia
- Aumento del tamaño del hígado
- Ascitis
- Encefalopatía hepática
- Falta de apetito
- Pérdida de peso
- Cansancio
Métodos de diagnóstico en enfermedades hepatobiliares y pancreáticas
Para determinar la presencia de enfermedades hepáticas, biliares y pancreáticas, se utilizan pruebas analíticas, radiológicas y endoscópicas, entre otras. Estas pruebas permiten obtener información detallada sobre el estado de los órganos afectados y facilitan el diagnóstico preciso de las afecciones.
Muchas pruebas de función hepática están incluidas en un análisis de sangre común llamado panel metabólico completo (PMC). A menudo, su profesional de la salud solicita un PMC como parte de su chequeo de rutina para detectar enfermedades hepáticas y de otro tipo.
Las pruebas funcionales hepáticas se suelen usar para ayudar a:
- Saber si la enfermedad o el daño hepático podrían estar causando ciertos síntomas
- Averiguar qué tan grave es la enfermedad hepática después de haber sido diagnosticada
- Supervisar la enfermedad hepática a lo largo del tiempo y/o averiguar qué tan bien está funcionando el tratamiento
- Verificar los efectos secundarios de ciertos medicamentos que pueden afectar el hígado
Tipos de enfermedades hepáticas, biliares y pancreáticas
Existen muchos tipos de enfermedades hepáticas:
- Enfermedades causadas por virus, como la hepatitis A, la hepatitis B y la hepatitis C
- Enfermedades causadas por drogas, venenos o toxinas o por ingerir demasiado alcohol. Los ejemplos incluyen enfermedad por hígado graso y cirrosis
- Cáncer de hígado
- Enfermedades hereditarias, como hemocromatosis y la enfermedad de Wilson
Litiasis biliar y su impacto en la salud
La litiasis biliar se refiere a la formación de cálculos en la vesícula biliar que pueden obstruir los conductos biliares y causar dolor agudo en la parte superior del abdomen. Estos cálculos pueden provocar complicaciones graves como la colecistitis aguda, que requiere tratamiento quirúrgico para su resolución.
La causa de los cálculos biliares varía. Hay dos tipos principales de estos cálculos:
- Cálculos compuestos de colesterol: estos son el tipo más común. Los cálculos compuestos de colesterol no están relacionados con los niveles de colesterol en la sangre. En la mayoría de los casos, no son visibles en las tomografías computarizadas, pero son visibles en una ecografía (ultrasonido) del abdomen.
- Cálculos compuestos de bilirrubina: estos se denominan pigmentarios. Se presentan cuando los glóbulos rojos se están destruyendo y hay demasiada bilirrubina en la bilis.
Pancreatitis aguda y crónica: diferencias y tratamientos
La pancreatitis es la inflamación del páncreas que puede ser aguda o crónica.
La pancreatitis aguda se presenta repentinamente y puede ser causada por cálculos biliares o el consumo excesivo de alcohol.
Por otro lado, la pancreatitis crónica es una inflamación de forma persistente que puede llevar a la destrucción permanente del páncreas y afectar la capacidad del cuerpo para digerir los alimentos.
No hay un medicamento específico para tratar la pancreatitis. El tratamiento comienza con una hospitalización para controlar los síntomas y las complicaciones. Entre otros, se encuentran:
- Medicamentos para el dolor. La pancreatitis puede causar un dolor intenso. Tu equipo de atención médica te administrará medicamentos para ayudar a controlar el dolor.
- Líquidos intravenosos. Recibirás líquidos a través de una vena del brazo para mantenerte hidratado.
- Nutrición. Comenzarás a comer otra vez cuando puedas hacerlo sin vomitar ni sentir dolor. En algunos casos, se usa una sonda de alimentación.
Hepatitis crónicas y sus consecuencias en el hígado
Las hepatitis crónicas son inflamaciones persistentes del hígado que pueden deberse a infecciones virales, consumo de alcohol, o enfermedades autoinmunes. Estas afecciones pueden causar daño hepático progresivo, fibrosis y cirrosis, aumentando el riesgo de complicaciones graves como insuficiencia hepática y cáncer de hígado.
Cirrosis hepática: causas, síntomas y complicaciones
La cirrosis hepática es una enfermedad crónica que se caracteriza por la cicatrización del tejido hepático y la pérdida de función del hígado. Las principales causas de cirrosis incluyen el consumo excesivo de alcohol, hepatitis crónicas, enfermedades autoinmunes y enfermedades metabólicas. Los síntomas de la cirrosis pueden ser inespecíficos, como fatiga, pérdida de apetito y ascitis, y pueden llevar a complicaciones graves como hemorragia digestiva, encefalopatía hepática y cáncer de hígado.
Tumores hepáticos, biliares y pancreáticos: diagnóstico y tratamientos
Los tumores hepáticos, biliares y pancreáticos pueden ser benignos o malignos, y su diagnóstico precoz es fundamental para determinar el enfoque terapéutico adecuado. Las opciones de tratamiento incluyen cirugía, quimioterapia, radioterapia, y terapias dirigidas, dependiendo del tipo y estadio del tumor. Es importante realizar un seguimiento continuo para detectar cualquier recurrencia o nuevas lesiones.
Tratamiento nutricional en enfermedades hepáticas y pancreáticas
El tratamiento nutricional juega un papel crucial en el manejo de enfermedades hepáticas y pancreáticas, especialmente en casos asociados al consumo de alcohol. Es fundamental comprender cómo el alcohol puede afectar la ingesta de alimentos, su absorción y la utilización de nutrientes por el organismo.
Nutrición en casos de cirrosis hepática y pancreatitis crónica
En pacientes con cirrosis hepática y pancreatitis crónica, es importante seguir una dieta equilibrada que contemple la restricción de ciertos nutrientes y la incorporación de otros beneficiosos para el hígado y el páncreas. La supervisión nutricional es fundamental para prevenir complicaciones y mejorar la calidad de vida.
Importancia de una dieta equilibrada en el manejo de estas enfermedades
Una dieta equilibrada, rica en nutrientes esenciales y pobre en grasas saturadas y azúcares refinados, puede ayudar a reducir la carga sobre el hígado y el páncreas, favoreciendo su correcto funcionamiento y contribuyendo al tratamiento de las enfermedades hepatobiliares y pancreáticas.
Prevención y cuidados en enfermedades hepatobiliares y pancreáticas
En personas con hígados muy dañados, las proteínas no se procesan apropiadamente. Los productos residuales se pueden acumular y afectar el cerebro.
Los cambios en la dieta para la enfermedad hepática pueden incluir:
- Reducir la cantidad de proteína animal que consume. Esto le ayudará a reducir la acumulación de productos de desecho tóxicos.
- Aumentar su ingesta de carbohidratos para que sea proporcional a la cantidad de proteína que consume.
- Comer frutas y vegetales, así como proteína magra como leguminosas, pollo y pescado. Evite los mariscos crudos debido al riesgo de hepatitis A.
- Tomar vitaminas y medicamentos recetados por el proveedor de atención médica para hemograma bajo, problemas neurológicos o problemas nutricionales a raíz de la enfermedad hepática.
- Limitar el consumo de sal. La sal en la alimentación puede empeorar la acumulación de líquidos y la hinchazón en el hígado.
- Mantener una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, proteínas magras y grasas saludables ayuda a mantener la salud hepática y pancreática.
- Realizar ejercicio de forma regular contribuye a prevenir la obesidad, factor de riesgo para enfermedades del hígado y páncreas.
- Evitar el consumo excesivo de alcohol y tabaco es esencial para proteger la función de estos órganos.
Importancia del seguimiento médico y tratamiento continuado
El seguimiento médico regular es fundamental en el manejo de las enfermedades hepáticas y pancreáticas. Los controles periódicos permiten detectar cualquier cambio en la evolución de la enfermedad y ajustar el tratamiento en consecuencia. Es vital seguir las indicaciones del equipo médico y no interrumpir el tratamiento sin su supervisión.